viernes, 31 de enero de 2020

Dª. Francisca Cifuentes Leal, Cofrade de Honor

Nuestra más sincera felicitación a Francisca Cifuentes Leal, Camarera del Cristo del Consuelo, por haber recibido en la tarde-noche del pasado martes el reconocimiento como Cofrade de Honor, máxima distinción que concede la Cofradía del Silencio y Santo Vía Crucis.




En el transcurso de una emotiva eucaristía, oficiada por nuestro Consiliario D. José Antonio Roldán Zorrilla y D. Manuel de Diego Martín, tuvo lugar la entrega de la medalla acreditativa, destacando su gran labor y dedicación para con la imagen del Cristo del Consuelo. Todo un ejemplo a seguir como persona absolutamente comprometida con nuestra Cofradía. Mil gracias Paquita.


Lecturas a cargo del Vicesecretario

Consiliario D. José Antonio Roldán

Rezo del Padre Nuestro

Secretario leyendo acta constitucional Cofradía

Palabras del Vicepresidente Primero

Entrega medalla Cofrade de Honor

Felicitación a Paquita Cifuentes Leal

Palabras de agradecimiento

Foto de familia

Cena de hermandad

viernes, 10 de enero de 2020

Un Salzillo inspiró al Cristo del Consuelo

A pesar de la poca documentación existente sobre el escultor Antonio Garrigós, ceñida principalmente a las apariciones en prensa de la época, catálogos de exposiciones y reseñas esporádicas en revistas de arte, contamos con el único libro monográfico dedicado a su vida y obra escultórica. Editado en Murcia, 1983, por la Academia Alfonso X el Sabio y escrito por Antonio Hernández Valcárcel, el libro "El escultor Antonio Garrigós" es una excelente obra de precisión, estilo y claridad expositiva. En el mismo se recoge un catálogo de 140 obras escultóricas realizadas por Garrigós y una información hasta ahora desconocida para la gran mayoría, como supone la inspiración a la hora de esculpir la talla de nuestro querido Cristo del Consuelo.


"Prácticamente todo el año cuarenta y nueve y parte del siguiente, trabajó Garrigós en silencio, preparando la exposición de arte sacro (para la Sociedad Económica de Amigos del País en Murcia), a la que quería llevar un Crucificado de tamaño natural en el que tenía puestas sus esperanzas.

Ya a mediados de junio había llevado a los locales donde haría la exposición algunos de estos trabajos, que completaba con otros que no incluía en la definitiva muestra. Allí estaba el Cristo, la Aparición de la Virgen de Fátima y la Anunciación, todas destinadas al definitivo catálogo. Se completaba esta pequeña colección con dos relieves: el Pretorio y el Nacimiento. Este último de extraña factura, con policromía bastante fuerte y una composición algo extraña por lo irregular; tiene en la parte superior , sobre lo que debía de ser el Portal, una nube entre la que se mueven tres angelitos y un grupo de palomas realizadas con una ingenuidad casi infantil, al igual que el paisaje de palmeras apenas esbozadas, que contrastan con la delicadeza y acierto con que se trata las figuras de la Virgen y el Niño. San José, en pie, observa cómo dos angelillos y un pastor adoran al Niño; en el aspecto compositivo, su figura y la de los que se encuentran a su espalda, sirven de unión entre el grupo inferior y el superior de los ángeles. Es un relieve, pues, con tres niveles claramente marcados.

Desconocemos la razón de la ausencia de estos dos relieves en la posterior exposición, pero lo cierto es que el día 3 de septiembre de 1950 se inauguraba en el patio de la Economía, con el siguiente catálogo:

En primer lugar la formidable talla del Crucificado, obra de plena madurez escultórica que no se apartaba de los cánones estrictamente tradicionales. El detallado estudio anatómico y las correctísimas proporciones  sin duda supusieron una sorpresa para muchos que se empeñaban en ver en Garrigós solamente al hacedor de belenes y de pequeñas esculturas toscas y simples que no llegaban a entender. Realmente la figura de Cristo crucificado siempre había despertado en Garrigós una concepción casi invariable, partiendo de unas proporciones regulares, con la amplitud de los brazos idéntica a la altura del cuerpo, de manera que podría inscribirse en un cuadrado. Quizá el punto de partida de este Crucifijo fuera el que existe en la Iglesia de San Nicolás de Murcia, obra de Salzillo, y que Garrigós conocía bien; la semejante forma de tratamiento del pelo, barba, y de la actitud misma del Cristo, hacen pensar en ésto, aunque en ningún momento pierde el escultor su fuerza expresiva y tradicional personalidad. El suyo es un Cristo menos sangrante que los dieciochescos , más musculoso, y de policromía totalmente diferente, más apagada y grisácea; es, si se quiere, por todo ésto, una concepción del Crucificado más irreal, que no pretende promover sentimientos de dolor, sino impresionar al espectador por el camino de la serenidad y de la fuerza espiritual que sabe dar Garrigós a sus esculturas.

En su actual emplazamiento -la Iglesia de la Purísima, de Albacete- el Cristo recibe un foco de luz difusa proveniente de una claraboya que se encuentra en la parte superior, y da a la figura un aire aún más misterioso e irreal, con una coloración que en momentos raya lo verdoso. En Albacete esta talla figura en un desfile procesional de Semana Santa, y el pueblo siente una gran devoción por ella, quizá movida por el gesto sereno del rostro de correctos rasgos como toda la talla , y por la increíble policromía, plena de matices y de extraños e irisados tonos."

Como es sabido, semanas después de esta exposición, concretamente el 28 de septiembre de 1950, se repitió en los salones del Casino Primitivo de Albacete, adquiriendo la talla del Cristo del Consuelo un grupo de albaceteños ilustres, que con este motivo fundaron la Cofradía del Silencio y Santo Vía Crucis, en una fría noche de enero de 1951.

Resulta imprescindible profundizar en la talla de Francisco Salzillo que inspiró a Garrigós para  esculpir al Cristo del Consuelo. En la Iglesia de San Nicolás de Bari de Murcia tiene su sede canónica la Real y Venerable Cofradía del Santísimo Cristo del Amparo y María Santísima de los Dolores, que, con su magna Procesión del Viernes de Dolores, inaugura cada año la Semana Santa murciana. Esta Cofradía, conocida popularmente como los "Azules", tiene como titular al Santísimo Cristo del Amparo, magnífica imagen sagrada de Cristo Crucificado, realizada por el universal e inigualable escultor murciano Francisco Salzillo y Alcaraz.

Santísimo Cristo del Amparo

Los antecedentes históricos de la imagen se remontan al año 1739, mencionándose en un documento de 27 de abril, que Don Juan Antonio Azcoytia cedió a la familia Galtero el crucero del evangelio de la Iglesia de San Nicolás, y el retablo que había servido hasta entonces al altar mayor, para colocar al Smo. Cristo del Amparo.


La imagen posee un gran acento italiano en su estilo, y aunque se le ha atribuido a distintos escultores, entre ellos a Antonio Dupart, el más aceptado es Francisco Salzillo, según la catalogación del doctor Sánchez Moreno, incluyéndolo en la primera etapa del genio, hacia 1739, por lo que podría ser el primer crucificado de su vasta reproducción.

Tallado en madera policromada, la escultura es de tamaño menor al natural, con unas medidas de 1'30 por 1'22 metros, que representa a Jesús ya fallecido y crucificado por tres clavos a una cruz arbórea.

De bellas facciones y placidez en su muerte, ladea su cabeza que reposa sobre su hombro derecho, con caída de su cabello moreno y ondulado, mostrando sus ojos cerrados, pómulos amoratados, nariz puntiaguda, boca entreabierta con dientes tallados, y barba corta dividida en la barbilla.

Reciente su fallecimiento, mana aún sangre de su costado, llagas y múltiples heridas que derivan del terrible martirio padecido, sobre una anatomía también tratada que tan sólo un buen escultor podría ejecutarla con la elegancia y delicadeza que transmite, destacando sus extremidades clavadas a la cruz. El movimiento lo genera el paño de pureza tallado y policromado en color azul.


El Santísimo Cristo del Amparo va clavado a una cruz arbórea, rematado por la cartelera del I.N.R.I. en plata con guarnición dorada en los puntales de la cruz, ricamente labrada en los talleres de orfebrería de Santa Clara de la ciudad de Sevilla. En distintas ocasiones ha desfilado con o sin corona, aunque posee un ajuar de dos diferentes en metal dorado y de espinas.

Durante la Guerra Civil española fue guardada y salvada la imagen en el Museo Provincial, devolviéndose un vez finalizada la contienda a su Iglesia de San Nicolás de Bari. Garrigós junto a otros escultores y pintores, fueron los artífices de salvar gran parte del patrimonio escultórico y en particular las obras de Salzillo, por las que profesaba gran admiración, hasta el extremo de poner su vida en riesgo.

En la Cuaresma de 1986, fue sometido el Cristo a una leve intervención por el escultor y hábil restaurador, Don José María Sánchez Lozano; y en el año 2005, se interviene de nuevo y en profundidad en el Centro de Restauración de la Comunidad  Autónoma de Murcia.

Para finalizar este recorrido, por lo que para muchos será un descubrimiento, señalar que Garrigós realizó en 1926-27 el Cristo de la Humillación, destruido en 1936 en Tarragona, donde pertenecía a una de las Cofradías de Semana Santa. Los otros tres Cristos crucificados que esculpió son tallas de madera policromada, dos de gran tamaño, nuestro Cristo del Consuelo y el llamado Cristo gemelo que se encuentra en la Iglesia del Carmen de Murcia, donado por la familia Garrigós y relegado a la Sacristía, tras permanecer en el gran retablo de marmol del altar mayor. El tercer Cristo, de menor tamaño, 60cm, lo conserva en propiedad la familia Garrigós. En palabras de su nieta, Rosa Campillo Garrigós, Historiadora y especialista en Gestión de Patrimonio, recogidas en la revista Ars Sacra número 13:

"Algo que llama la atención de los Cristos de Garrigós es que los tres están dormidos. ¿Podemos pensar que Garrigós no quiso seguir el estilo de los Cristos trágicos, tan españoles?. No lo sabemos. Sí llama la atención la ausencia de espasmos, de sangre... En estas figuras prevalece la paz, la mirada hacia esta tierra, hacia la gente que contempla, la invitación a la reflexión cristiana frente a la muerte de Dios. Uno de los grandes Cristos de Garrigós está en la Iglesia de la Purísima de Albacete"... y por suerte es la única imagen de este gran escultor que procesiona en Semana Santa.

Santísimo Cristo del Consuelo. Fotografía: Grupo de Comunicación La Cerca.