martes, 3 de junio de 2014

Al Cristo de Garrigós

Dios amado en el lecho del madero
Con su virtud gloriosa en la agonía...
Un despertar en la existencia fría,
Un renacer del misticismo austero.

Yo, pecador, no sé, Señor, qué quiero,
Todo murió bajo mi sol un día
Y, al verte moribundo, renacía.
¡Milagro de vivir aunque me muero!

Yo aprendí tu canción y la olvidé
-fragilidad de la memoria humana-
Y ahora quiero cantarla y no la sé.

Repítela, Señor, que en la mañana, 
Contagiado de amor la aprenderé.
¡Que poco te promete un alma llana!

Ramón Bello Bañón

Revista Nazareno. 1951.
Archivo Histórico Provincial de Albacete

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