VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR
"Que por nosotros pecadores, murió"
|
Foto: Pablo Puebla Camino |
|
|
|
Es fácil,
Cristo del Consuelo, muy fácil, portar tu Imagen como costalero en la procesión
del Silencio o del Vía Crucis, y al día siguiente, no sentir un rasgo de tu presencia.
Es fácil,
Cristo del Consuelo, muy fácil, vestirse con la túnica de nazareno y, horas
después, olvidar que ser cristiano no es una túnica, ni un habito, sino
revestirse diariamente de actitudes evangélicas.
Es fácil, Cristo del Consuelo, muy fácil, soportar
el peso de tu trono sobre el hombro y a continuación no aligerar las cruces que
salen en las encrucijadas de nuestra vida.
Es fácil, Cristo del Consuelo, muy fácil encender
una vela y derramar su cera ante tu Imagen y no brindar caridad al que camina a
nuestro lado cada jornada.
Es fácil Cristo de Consuelo, muy fácil desfilar con
tu rostro sangrante y vivir de espaldas a los que lloran y reclaman manos para
levantarse o apoyo para sostenerse en pie.
Es fácil, Cristo del Consuelo, muy fácil aplaudirte
cuando sales del Templo a pasear por nuestras
calles, y no ofrecer nuestras manos a aquellos otros cristos que rezuman
pobreza y necesidad.
Es fácil, Cristo del Consuelo, muy fácil recitar un
padre nuestro ante tu Imagen y no gritar ante el sufrimiento de tantas personas
que habitan nuestro mundo.
Es fácil, Cristo del Consuelo, muy fácil manifestar
hacia fuera lo que tal vez, no es muy fuerte hacia dentro.
Pero que difícil, Cristo del Consuelo, que difícil
es esta otra procesión que recorre tu Imagen las calles de mis entrañas y las
avenidas de mi corazón.
Que difícil, Cristo del Consuelo, que difícil
organizar en mi vida cristiana una procesión de paz y concordia, de obediencia
y bondad por las arterias de mi corazón.
Que difícil, Cristo del Consuelo, que difícil es
avanzar con ese otro " paso" del Cristo doliente
cuando a mi puerta llama la mala suerte, la enfermedad, la prueba o la
aflicción.
Que difícil, Cristo del Consuelo, que difícil es
subir la cuesta de la Plaza de las Carretas sin aliento y concluir ese ultimo
tramo de humanidad y de fe, de compasión y de esperanza que mi aliento necesita
para reconocerte, quererte y amarte.
Que difícil, Cristo del Consuelo, que difícil es la
procesión que va por dentro, aquella que el Espíritu organiza en mi interior
para asombrarme dentro de mí mismo. ¿ Porque cuando Tu pasas por dentro de mi
existencia no escucho como anoche la trompeta del silencio? ¿Porque no hago
silencio en mi interior para que tu me hables?.
Que difícil, Cristo del Consuelo, que difícil
aceptar a un Dios que se desangra en la Cruz antes que ceder a los chantajes de
los que gritan.
Que difícil, Cristo del Consuelo, que difícil es
aceptar un Dios desnudo que nos llega en Belén y desnudo se nos queda en el
Calvario.
Que difícil, Cristo del Consuelo, que difícil es
entrar por la puerta pequeña de Belén y pasar por esta otra puerta de la
humillación, del silencio, de la soledad, del abandono, de la traición de la negación, y de la muerte.
Que difícil, Cristo del Consuelo, que difícil es
seguirte, quererte, amarte y obedecerte siempre y en todo y que fácil dejarte
en el templo hasta el año que viene.
A ti Cristo del Consuelo, nos acercamos en este
Viernes Santo, para besar tus pies y poder entender la manera nueva que tuviste
de vivir la experiencia de Dios, la convivencia humana y la construcción de un
mundo nuevo.
A ti Cristo del Consuelo, nos acercamos a besar tus
pies recordando tus palabras, "sed compasivos
(consoladores) como vuestro Padre es compasivo" y pidiéndote que nuestro
amor no excluya a nadie de la compasión y del consuelo que necesitan, la
palabra de aliento para el abatido.
José Antonio Roldán Zorrilla
Parroco de la Iglesia La Purísima de Albacete